Hoy 3 de marzo se cumple un año desde que el SARS-CoV-2 llegó a nuestro país para cambiarlo todo. En su meteórico crecimiento ha logrado contagiar a más de 833 mil personas y ha cobrado más de 20 mil vidas a nivel nacional. Esta crisis sanitaria significó además un cambio radical en nuestra rutinas y formas de socialización, un fenómeno que ha marcado un antes y un después en la historia de Chile y el mundo.

El martes tres de marzo del 2020 el Ministerio de Salud (MINSAL), con Jaime Mañalich a la cabeza, confirmó el primer caso de COVID-19 en Chile. Un joven de 33 años proveniente de un vuelo de Singapur fue el primer PCR positivo de un virus que se estaba expandiendo a gran velocidad en todo el mundo e hizo lo mismo en las 16 regiones chilenas. Luego, el 18 del mismo mes, el Presidente Sebastián Piñera anunció el Estado de Catástrofe y un estricto toque de queda por 90 días. Un año después, siguen vigente las mismas medidas.

Si bien el peak de contagios en el país fue el 14 de junio con casi siete mil nuevos casos en 24 horas, lo cierto es que Chile no ha logrado bajar de los mil casos diarios (en sus mejores números). Hoy, las cifras oficiales proporcionadas por el MINSAL, al dos de marzo, indican 832.512 casos confirmados, de los cuales 23.721 son activos y han fallecido 20.684. El total en el mundo es de 113 millones contagiados y más de dos millones y medio de personas fallecidas.

Se cerraron las fronteras y en algunos lugares del país comenzaron extensas cuarentenas, ya que los hospitales y el sistema de salud comenzaron a colapsar debido al acelerado contagio. El 13 de junio asumió el nuevo ministro de Salud, Enrique Paris, luego de que Jaime Mañalich renunciara tras conocerse de que el Ministerio reportaba más muertes a la Organización Mundial de la Salud (OMS) que al propio país.

Los colegios comenzaron a realizar clases online, una modalidad que dejó en evidencia las grandes brechas de acceso a la conectividad a lo largo de Chile, mientras se alcanzaban cifras históricas de desempleo y la gente que pudo mantener sus trabajos empezó a realizarlo de manera remota. Por otra parte, la tardanza en la ayuda estatal dio paso a la proliferación de ollas comunes. El mundo científico, en tanto, puso todo sus esfuerzos para crear una vacuna en tiempo récord, y hoy nuestro país está manteniendo un exitoso plan de vacunación, con más de tres millones y medio de personas inoculadas.

Control social y agudización de problemas históricos

El encierro sacó a la luz el hacinamiento. Las mujeres han sido las más perjudicadas, ya que aquellas con teletrabajo se han visto obligadas a realizar labores del hogar y cuidado de niños y familiares de manera simultánea. Un estudio reveló que dedicaron un promedio de nueve horas semanales más que los hombres a labores domésticas. Además, la medición arrojó que casi un 40 por ciento de hombres dedicó cero horas a estas tareas.

Históricamente, la salud mental ha sido un tema pendiente ya que cerca del 2 por ciento del presupuesto de salud se destina a este tipo de enfermedades. Durante esta crisis, los grupos más invisibilizados han sido los adultos mayores y los niños, niñas y adolescentes. Así lo cree Camilo Morales, Coordinador Programa de Estudios Interdisciplinarios sobre Infancias de la Facultad de Ciencias Sociales (FACSO), quien agrega que las consecuencias de las clases online y los vínculos sociales se van poder visibilizar en el largo plazo.

“No hemos escuchado sus voces en este periodo, no sabemos lo que sienten, lo que piensan, sus temores y sus expectativas. Creo que desde el punto de vista de la investigación, ha faltado darle voz a los niños, niñas y adolescentes respecto a cómo han vivido la pandemia, cómo lo han significado, y esa es una cuestión que todavía está pendiente y que también es una cuestión que sería importante darle lugar durante este año”, explica Morales.

Por otro lado, la pandemia ha modificado el modo de salir y moverse, ya que el Gobierno estableció Fases que entregan más o menos permisos y libertades a las personas. Durante el verano hubo permisos de vacaciones y se mantuvieron los de desplazamiento. El profesor de Antropología de FACSO, Andrés Gómez, explicó que las afectaciones epidémicas no son solamente biológicas, sino que también sociales e indica que la cuarentena es una medida brutal en términos de control de poblaciones y experimento social y, por su parte, el toque de queda es una mezcla entre orden y salud pública.

“Llama la atención lo que significa el dibujo en la sociedad de las poblaciones de riesgo o quiénes son los que podrían contagiar versus los que no contagian. Uno ve que en la televisión nombran a las fiestas clandestinas como si fueran focos de contagio en sí mismas. Pero, por otro lado, nadie habla mucho o tiene menos importancia o connotación de control social el tema del trabajo. Es decir, una fiesta clandestina es más o menos incidente de la gente que tiene la obligación de ir al trabajo o subirse al metro o a una micro para ir a trabajar. Esos juegos sociales sobre el control que se autoimpone la sociedad son llamativos”, indica el profesor Gómez.

Sistema productivo y la gran deuda en la ciencia

El mayor impacto en la economía durante la crisis fue la caída en la ocupación y el aumento en la tasa de desempleo. En 2019 ésta era cercana al 7 por ciento y un año después, en plena pandemia, alcanzó un 13 por ciento. Los sectores más afectados han sido los restoranes, hoteles, la construcción y los servicios personales. Además, el PIB bajó en un 6 por ciento.

El académico de la Facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas de la U. de Chile y ex director de CORFO, Carlos Álvarez, indica que el saldo es negativo, pero se han dado diversos fenómenos con la pandemia. “Un efecto que es importante monitorear, es que se demostró que es posible organizar la actividad productiva de maneras distintas y el que ha emergido con más fuerza fue el teletrabajo. En un país que tiene un sector de servicios tan importante como Chile, esto puede llegar para quedarse, al menos parcialmente, en el mundo de los servicios profesionales e incluso en la administración pública”.

Los indicadores señalan que este año Chile podría volver a crecer en torno el 6 por ciento. El académico señala que el país debe entrar con fuerza en una “recuperación verde que enfrente los efectos del coronavirus y vaya sentando las bases de un nuevo tipo de crecimiento, fundamentalmente asociados a los sectores que van a crecer en el mundo, impulsado por el enfrentamiento al calentamiento global y crisis climática, donde Chile tiene ventaja y debe avanzar de forma más decidida esas inversiones. Esos son todos aspectos en los cuales debería ponerse foco en políticas de reactivación económica”.

A pesar de que el presupuesto que entrega el Estado para Ciencia y Tecnología disminuyó, una de las discusiones más importantes que se han puesto en el tapete ha sido la inversión en investigación y desarrollo, en especial en un centro de vacunas. La Universidad de Chile ya ha anunciado que Laguna Carén será destinado a este propósito para poder reactivar la producción de vacunas y estar más preparados para futuras pandemias.

Texto: Arturo Baeza
Fotos: Felipe Poga
Prensa UChile