Estrictos protocolos dan confianza a la continuidad operatoria de los proyectos de innovación, pilotaje y escalamiento industrial en la planta piloto de CeTA-UFRO.

Convertido en la gran amenaza del sistema, a la cantidad de contagios y el número de muertes alcanzadas, el Covid-19 suma además el decaimiento de las industrias y la inestabilidad de las economías locales. El cierre de empresas y el enfrentamiento a un escenario incierto y complejo constituye un serio problema, sobre todo para quienes han apostado por desempeñarse como independientes en pequeñas y medianas empresas.

La industria de alimentos en las áreas de producción y envasado, así como en las cadenas de suministros, han recibido de forma directa el impacto de la pandemia, y los cambios incorporan rigurosos protocolos que extreman las medidas de seguridad e higiene. Estos cambios, lejos de ser pasajeros o adoptados solamente en respuesta a la emergencia, son adecuaciones que regularán el desarrollo futuro del manejo de alimentos.

“En el mundo de la inocuidad alimentaria todo es avance, nunca un retroceso”, asegura el director del Instituto de Agroindustria UFRO y actual director de la Corporación Centro Tecnológico de la Innovación Alimentaria (CeTA), Luis Torralbo. “Esto es, porque siempre han existido razones que obligan a cuidar los procesos y resultados. Además, siempre está en aumento la cuota de calidad en los sistemas de gestión para mercados en constante cambio y alta competencia”.

El Centro Tecnológico para la Innovación Alimentaria, CeTA-UFRO, fijó las medidas de procedimiento para su planta piloto, mediante el Decreto N° 4 sobre Alerta Sanitaria por Emergencia de Salud Pública de Importancia Internacional por Brote COVID-19. Este protocolo cumple el objetivo de prevenir la proliferación del coronavirus, aclarando que no existe ningún tipo de evidencia que vincule los alimentos con el contagio del virus. Sin embargo, los procedimientos se han extremado bajo estrictas normas de limpieza de superficies y en relación al personal que opera en las plantas de pilotaje y escalamiento industrial; por ser, la transmisión humana, los objetos inanimados y las superficies, posibles albergadores de las secreciones seguidas del contacto con la mucosa de la boca, nariz u ojos.

Control de temperatura corporal, revisión visual del estado general de salud en quienes ingresan a las instalaciones, desarrollan faenas y para el transporte de acercamiento; lavado de manos frecuente; uso de gel antiséptico y antibacterial; distanciamiento social y ventilación frecuente, son parte de las medidas preventivas para el personal. Se suma, la sanitización permanente de los espacios que incluyen instalaciones productivas, salas de proceso y de reuniones; además, de la sanitización diaria de herramientas y maquinaria en lo referido al contacto directo con superficies, suelo o vegetación.

“Por un lado está la necesidad de cumplir con las medidas interpuestas debido a la situación sanitaria mundial, y por otra parte, la competitividad. Es un tiempo para demostrar eficiencia, capacidad de respuestas, de reinvención y de hacer proyecciones a largo plazo”, recalca Torralbo.

EN LO REGIONAL

En este escenario, las normativas adquiridas para la planta piloto de la zona sur, ubicada en la Universidad de La Frontera, están destinadas a cautelar la salud de los trabajadores, comunidad y usuarios. La idea es seguir apostando al desarrollo productivo regional de pymes, emprendedores y productores. “Por ningún motivo se puede dejar de ver la oportunidad que significa la creación de nuevos productos en el ámbito alimentario. Estamos preparados para seguir construyendo un camino plausible. Y por supuesto, tenemos tareas pendientes -advierte Torralbo- en ámbitos que pueden ser muy significativos para la región”.

Un tema que ha sido difundido en numerosas instancias, donde el Instituto de Agroindustria UFRO ha manifestado su preocupación, es la necesidad de dar cumplimiento a la normativa. “Tenemos una industria quesera regional con tremendo potencial para la elaboración de quesos con características territoriales, con tradición e historia, que necesita innovar y establecer modelos de negocios integrados y asociativos; donde se abren caminos para alianzas ventajosas entre productores, pero donde debemos salir de algo tan fundamental como es cumplir con las resoluciones sanitarias”.

En La Araucanía existe un catastro que estima unas 300 queserías, de las cuales solo el 10% cuenta con estas certificaciones y, además, se debe sortear otro aspecto que se relaciona con la competitividad, que es la poca diversificación y variedad de quesos versus la cantidad de quesos diferenciados que llegan de importación.

A esto se suma otro factor, que es la casi nula utilización de packaging primario, que podría afectar en la disposición de consumo, pero aun así, hay antecedentes que revelan que la decisión de compra en el punto de venta es positiva, ya que oscila entre el 70 y el 85% de venta, lo que indica que hay bastante terreno para seguir avanzando.