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Cansancio, irritabilidad, estrés, dolor de cabeza o incluso malestar estomacal son algunos de los síntomas que pueden presentan quienes padecen de este cuadro clínico. A poco de que se cumpla un año desde que se registró el primer caso de COVID-19 en el país, académicos y académicas de la Casa de Bello abordan las consecuencias que ha tenido el virus en nuestras vidas. Irma Palma, académica de la Facultad de Ciencias Sociales, investigadora principal del estudio Vida en Pandemia de la U. de Chile, apunta a que la vacuna, ya en aplicación, «tiene que ser representada como una esperanza».

En más de una ocasión nos ha tocado conversar con algún amigo, amiga, compañero de trabajo o familiar que dice sentirse cansado o con pocas energías para enfrentar las distintas labores del día a día. La llamada fatiga pandémica o también emocional, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), es provocada por el coronavirus y se relaciona a una sensación constante de agotamiento mental y también, en algunos casos, físico.

Rodrigo Gillibrand, psiquiatra y académico del Departamento de Psiquiatría Oriente de la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile, explica que la idea de agobio puede “ser la palabra que mejor interpreta la sensación generalizada, a través de la cronicidad que ha tenido la situación de la pandemia, que ya vamos a cumplir un año y que vemos hacia futuro con cierto nivel de incertidumbre”.

¿Cuáles son los síntomas? El especialista explica que cuando hay estresores crónicos empiezan a aparecer ciertas manifestaciones clínicas que pueden dividirse en síntomas emocionales tales como “el cansancio, la irritabilidad, el insomnio, y otros aspectos más físicos como tensiones musculares, alteraciones en el apetito, y otras manifestaciones físicas como dolores”. Añade que hay personas que pueden incluso sufrir de “cefaleas y malestares gastrointestinales”.

Asimismo, Vania Martínez, académica de la Facultad de Medicina de nuestro plantel y directora del Núcleo Milenio Imhay, apunta que, desde que apareció la pandemia, el temor a contagiarse, a que un familiar o cercano lo hiciera, a la muerte, a lo que se suma el confinamiento, y la posibilidad de perder el trabajo o ver disminuido los ingresos económicos, son algunos de los factores que repercuten en la salud mental de las personas.

La académica recomienda, dentro de lo posible, tomarse unos días de descanso. Pero, advierte que cualquier actividad de esparcimiento debe realizarse siempre tomando las medidas sanitarias, como son el uso de mascarillas, distanciamiento social, lavado constante de manos y uso de alcohol gel.

Es importante tener estos espacios de ocio, de descanso de una rutina diferente, de hacer algo de actividad física. Ojalá, si uno puede, tener contacto con la naturaleza», asegura. Agrega que otro consejo es «tener posibilidad de contactarse con las personas, no perder el contacto social. Si no se puede presencialmente, utilizar los medios virtuales para eso”.

“La vacuna tiene que ser representada como una esperanza”

Irma Palma, académica de la Facultad de Ciencias Sociales e investigadora principal del estudio Vida en Pandemia de la U. de Chile, enfatiza que hoy nos encontramos en una situación diferente, desde que se inició el proceso de vacunación en varios países.

“Estábamos resistiendo de la manera que pudiésemos. Hoy día la pandemia continua, se ha profundizado el riesgo y se ha profundizado también el daño de la pandemia multidimensionalmente”, sostiene. Sin embargo, plantea que “en este momento, donde la resistencia empieza a aflojar, justamente estamos frente a un umbral de la posibilidad donde efectivamente podemos pasar desde resistir a vencer a la pandemia, ante la oportunidad de pasar del dispositivo social del distanciamiento al dispositivo médico de la vacuna, y eso es muy esperanzador”, señala.

En esta transición, dice Palma, va a «existir duda de las personas sobre la vacuna porque como ninguna en la historia, ha sido hecha en tiempo récord y eso ha introducido una duda sobre su calidad». Apunta la especialista a que “esta vacilación puede ser disuelta si podemos alcanzar confianza en el mundo científico, si logramos asumir que cuando una persona se vacuna, se está inmunizando a la humidad a través de ella”. Y, agrega que la autoridad no puede vacilar en el sentido de pensar que si representa la vacuna como una esperanza las personas puedan aflojar en el distanciamiento social, para esto dice “tiene que articular esos dos dispositivos en esta transición, debe convocar a resistir y a esperar, y la ciencia debe convocar al optimismo porque ha logrado producir un dispositivo médico que, efectivamente la historia muestra, reduce o erradica las epidemias”.

Texto: Maritza Tapia
Fotos: Alejandra Fuenzalida
Prensa UChile