El sistema de financiamiento de la educaciĆ³n superior en Chile es un tema que requiere atenciĆ³n inmediata, porque tiene estresadas a la mayorĆa de nuestras universidades pĆŗblicas, pertenecientes a cada habitante del paĆs.
He visto de cerca los desafĆos que enfrentamos como universidades y cĆ³mo, pese a nuestra excelencia acadĆ©mica, la falta de financiamiento del Estado y la asfixiante burocracia impiden que haya equidad, afectando nuestro aporte al desarrollo regional y nacional. Las regulaciones, normativas, condicionantes administrativas, controles, rendiciones de cuentas y transparencia, que se les exige solamente a las universidades pĆŗblicas, impiden competir en iguales condiciones.
Llevamos dĆ©cadas en un sistema de competencia por recursos, estudiantes, docentes, cientĆficos, especialistas y profesionales, situaciĆ³n que nos pone en permanente desventaja. Cuando explicamos esto a rectores y rectoras de otros paĆses, no logran comprender cĆ³mo llegamos a este sistema.
Para entender mejor el actual modelo que nos rige, es importante recordar la historia del sistema de educaciĆ³n superior en Chile, que llegĆ³ a ser reconocido a nivel internacional por sus avances y aportes, que se vio interrumpido en 1981 donde estableciĆ³ un nuevo marco legal para la enseƱanza universitaria y que no considerĆ³ bien las necesidades de las universidades pĆŗblicas. ComenzĆ³ con la llegada de rectores designados, continuĆ³ con la implementaciĆ³n de polĆticas de mercado que introdujeron la lĆ³gica de la competencia en la educaciĆ³n superior, desnaturalizando la razĆ³n de ser de estas instituciones.
AsĆ, se crearon mĆŗltiples universidades no pĆŗblicas y se fomentĆ³ la lucha por los recursos con diferentes reglas del juego, surgiendo un sistema desregulado que no vela adecuadamente por la calidad en la educaciĆ³n y agrega el masivo endeudamiento entre estudiantes.
Tenemos un rol insustituible en el desarrollo de la naciĆ³n. Impartimos carreras muy necesarias para el progreso del paĆs, ofrecidas sin cĆ”lculos de mercado. Realizamos investigaciones y generamos el conocimiento que requieren los territorios y comunidades. Por eso, son urgentes mayores aportes basales del Estado y mecanismos que garanticen mĆ”s equilibrio y justicia en la distribuciĆ³n de recursos.
Es importante destacar que la matrĆcula de las Ćŗes pĆŗblicas en Chile representa solo 16% del total, lo que refleja cĆ³mo el actual sistema no prioriza la educaciĆ³n superior estatal y, en gratuidad el paĆs invierte 2 mil millones de dĆ³lares anuales con fondos pĆŗblicos, pero la mayorĆa de esos dineros no se destina a universidades estatales.
Es urgente que se entienda que las universidades pĆŗblicas somos un motor de desarrollo importante, debemos tener las herramientas necesarias y las condiciones adecuadas para seguir haciendo nuestro aporte significativo al paĆs.