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Estudio revela que la proximidad residencial a monocultivos cargados de agroquímicos se asocia con alteraciones subclínicas en la audición de alta frecuencia y en la respuesta neuronal auditiva.

En la Región de O’Higgins se concentra más de la mitad de las ventas de pesticidas agrícolas de Chile, y un estudio encabezado por investigadores nacionales —incluyendo académicos de la Universidad de O’Higgins— identificó posibles efectos adversos en la audición de jóvenes que residen cerca de monocultivos.

La investigación, publicada bajo el título “Impact of Pesticide Exposure on High-Frequency Auditory Thresholds and Cochlear Function in Young People Residing near Agricultural Areas”, evaluó a 51 personas sanas entre 18 y 35 años. De ellas, se dividieron en dos grupos: 31 residían a menos de 400 metros de campos agrícolas intensivos y 20 vivían más alejadas de estas zonas.

Cambios auditivos en frecuencias altas

El académico del Instituto de Ciencias de la Salud de la Universidad de O’Higgins (UOH), Gonzalo Terreros, explicó que el protocolo incluyó una audiometría convencional y de alta frecuencia (desde 125 Hz hasta 16 kHz), emisiones otoacústicas de productos de distorsión (DPOAE) y potenciales evocados auditivos de tallo cerebral (ABR).

“Los resultados mostraron que, en el oído izquierdo de quienes vivían más cerca de los monocultivos, los umbrales auditivos a 14 y 16 kHz estaban significativamente elevados en comparación con el grupo de referencia. Estos hallazgos indican una pérdida sutil de la sensibilidad en frecuencias donde suelen manifestarse los primeros signos de ototoxicidad (daño al oído interno)”, explicó el investigador.

Disfunción coclear y señales de alerta

Terreros agregó que el grupo expuesto presentó mayor número de frecuencias sin respuesta en las DPOAE, señal de disfunción en las células ciliadas externas de la cóclea encargadas de amplificar los sonidos de alta frecuencia.

“Aunque las amplitudes promedio no difirieron estadísticamente, la ausencia de estas emisiones en más de dos frecuencias sugiere un daño incipiente, aún no perceptible en la conversación diaria”, detalló el académico UOH.

Afectación del sistema nervioso auditivo

En el análisis de los ABR, la onda V —un marcador de la transmisión neuronal en el tronco cerebral— registró menor amplitud en el oído derecho de los jóvenes expuestos, y la relación entre las ondas V e I resultó reducida.

“Estos cambios revelan una posible afectación en la sincronía y velocidad de las señales auditivas al llegar al núcleo coclear y al colículo inferior, zonas clave para la codificación del sonido”, detalló Terreros.

Los autores del estudio advierten que, aunque estos efectos son subclínicos y no se traducen en quejas de pérdida auditiva cotidiana, podrían constituir un primer paso hacia problemas más graves de comunicación y socialización.

Riesgos futuros para la salud auditiva

Este hallazgo cobra relevancia en un escenario global donde se estima que la pérdida auditiva afectará a más de 700 millones de personas para 2050. Si bien el ruido y la edad son causas ampliamente reconocidas, los agroquímicos aparecen ahora como un factor ambiental insospechado, finalizó el académico.

Además de Gonzalo Terreros, participaron del estudio los investigadores Felipe Muñoz, Cristian Aedo, Felipe Paredes, Enzo Aguilar y Pedro Jilberto.

Puedes leer el estudio completo en inglés:
“Impact of Pesticide Exposure on High-Frequency Auditory Thresholds and Cochlear Function in Young People Residing near Agricultural Areas” [ENLACE AQUÍ]

Nota original de Universidad de O’Higgins.