En una columna de opinión, el rector de la Universidad Arturo Prat, Alberto Martínez Quezada, se refirió a las elecciones recientes de nuestro país, indicando que «es urgente abandonar la descalificación como modelo de discurso y, en su lugar, enfocarse en la propuesta de soluciones y proyectos que realmente mejoren la vida de las personas».
La política busca organizar una sociedad mediante un conjunto de decisiones y acciones. Es una forma de ejercer liderazgo, generar acuerdos, resolver conflictos de manera democrática y cumplir objetivos para mejorar la calidad de vida de las personas. En efecto, como dijo Aristóteles, su fin es “hacer posible la buena vida en la comunidad”.
Como país, acabamos de vivir un proceso electoral en el que se han renovado autoridades, se han ratificado algunas otras y en 11 regiones habrá segunda vuelta. Todas y todos ellos serán quienes representen los intereses de la ciudadanía, lo que abre grandes oportunidades para generar espacios de consenso y diálogo constructivo.
Este momento representa una verdadera oportunidad, especialmente en un contexto en el que el debate político ha tendido a centrarse en la descalificación y el descrédito de los oponentes, en lugar de enfocarse en la construcción de ideas, propuestas y soluciones concretas. Tal proceder ha empobrecido la calidad de la discusión, aumentado la agresividad y ha menoscabado la importancia del servicio público.
Es evidente que esta estrategia de confrontación es percibida por el electorado. Por ello, debería constituir un incentivo para cambiar de rumbo, priorizando la colaboración sobre la confrontación y la descalificación, porque la política debe ser una herramienta de diálogo, cooperación y construcción; no de división, enfrentamiento y destrucción.
Este escenario negativo afecta a todo el país, ya que inhibe la aparición de nuevos liderazgos positivos y provoca que personas con grandes capacidades opten por el sector privado en lugar de una vocación de servicio público. Esta “aversión a lo público” debilita la competitividad de Chile, un factor crucial en el dinámico mundo actual.
En algunos casos, el descrédito hacia el servicio público se ha convertido en una práctica recurrente, con personas que dedican su tiempo a solicitar y exigir información como práctica constante a diversas instituciones, generando altos costos en recursos humanos y materiales que son asumidos por todas y todos los ciudadanos. Acciones que ciertamente en algunos casos, buscan darse ciertos gustos personales, revanchismos y constituyen verdaderas persecuciones y hostigamientos.
Es urgente abandonar la descalificación como modelo de discurso y, en su lugar, enfocarse en la propuesta de soluciones y proyectos que realmente mejoren la vida de las personas. Es hora de erradicar estas malas prácticas que solo buscan captar atención sin aportar valor, generando un desgaste en la ciudadanía. Este método es, en última instancia, un juego de suma cero.
Como nación, tenemos una nueva oportunidad, ya que Chile es consciente de la necesidad de un debate más profundo, constructivo y respetuoso que realmente promueva el bienestar de las personas, sin importar el color político. Estamos disponibles para apoyar toda iniciativa que importe progreso a la Región, es la hora de la mancomunión y no de división, por el bien del país.
Publicado en UNAP.cl