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Doctora Lilian Pérez advierte que volver físicamente al lugar de trabajo o estudio implica un proceso de adaptación que no excluye el miedo, pero que es necesario aprender a regular.

 

Después de la pandemia y la crisis sanitaria que vivimos, nada volverá a ser como antes y esa realidad debemos asimilarla, porque cambiará nuestros hábitos, rutinas y formas de relacionarnos.

Así lo plantea la doctora Lillian Pérez Loezar, especialista en Neuropsicología y Neurociencias Cognitiva de la Universidad de Playa Ancha (UPLA), quien sostiene que la “nueva normalidad” abre la puerta a un escenario de gran incertidumbre sobre el cual debemos avanzar.

Enfatiza que sería muy perjudicial intentar pensar que volveremos a la misma forma de relacionarnos de antes de la pandemia, porque ahora la realidad obliga a una serie de medidas, todo lo cual se traduce en miedo.

Estamos casi un año encerrados. Entonces, nuestro organismo se acostumbró…, porque nuestro cerebro es adaptativo cien por ciento, y menos mal que lo es, porque si no lo fuera, lo pasaríamos muy mal.  Ahora…, nosotros tenemos que reformular nuestra forma de funcionamiento, porque tampoco vamos a volver a lo que era antes. Entonces, jugamos con un recuerdo que no es real, porque nosotros nos acordamos de nuestros períodos laborales en nuestras oficinas o en nuestra universidad, pero en otro contexto, donde lo habitual era saludarse de beso en la cara, almorzar juntos… eso ya no existe más. Entonces, no solo hay que enfrentar una nueva realidad incierta para todos, sino que, además, sabemos que nunca más volveremos a lo de antes”, dice la especialista.

Agrega que esta nueva forma de relacionarnos trae aparejado un conjunto de fuentes de preocupación (enfermedad, miedo a la muerte, problemas económicos), que seguirá presente cuando salgamos de casa.  Es más, sostuvo que pensar sólo en volver a las calles, a las oficinas y a los colegios, despierta un abanico de sentimientos y emociones (ansiedad, inseguridad y miedo), que debemos calibrar. Si bien, esta última emoción nos atormenta, explica que su función es importante para la sobrevivencia, pues nos habilita para protegernos del peligro. Sin embargo, recalca la necesidad de regular y gestionar esta emoción para impedir que nos paralice y así evitar que surja una trastorno de ansiedad.

MAL EJEMPLO

La doctora Pérez subraya que durante este año nos informamos sobre la pandemia y vimos lo que ocurrió en Europa, donde actualmente sufren un rebrote por continuar con las mismas rutinas previas a la crisis sanitaria. Es decir, no incorporaron nuevas conductas. Por lo mismo, enfatiza que debemos asimilar este aprendizaje y adaptarnos a esta nueva forma de vivir.

“Hoy estamos construyendo una nueva realidad y estamos construyéndolo día a día, porque nadie tiene una receta, porque esto es nuevo para todos, no sólo para algunos o para los chilenos. Esto es nuevo para el mundo. Entonces, estamos todos entre el ensayo y el error, en Europa… no se adaptaron a nuevos comportamientos. Pretendieron volver atrás y ese es el error. Por eso todos tenemos que tener el mismo discurso, porque de lo contrario viene el recontagio. La primera oleada de este bicho fue por desconocimiento, pero el recontagio fue por negligencia”, dice la profesional.