«COVID-19 y el agravamiento de las inequidades de salud en Santiago de Chile» es el nombre del estudio internacional en el que participó la Escuela de Salud Pública de la Casa de Bello, y que arrojó preocupantes datos sobre las diferencias socioeconómicas en la Región Metropolitana que influirían en la mortalidad durante la crisis sociosanitaria. La Dra. Tania Alfaro entrega las claves de la investigación y medidas que deberían tomarse para evitar que esta brecha siga aumentando.
Latinoamérica es una de las regiones con más inequidades en sus centros urbanos de todo el mundo y que, además, presenta grandes desigualdades en la longevidad de su población. Es decir, la gente de nivel socioeconómico más bajo muere antes que las personas de situación acomodada. Así lo confirma el estudio internacional “COVID-19 y el agravamiento de las inequidades en salud en Santiago de Chile”,publicado en el International Journal of Epidemiology.
Esta investigación, en la que participó la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Chile, a través de la académica Tania Alfaro, reveló que durante la pandemia las cifras han empeorado. El documento utilizó datos de mortalidad registrados por el Departamento de Estadística e Información de Salud (DEIS) del MINSAL, datos censales y datos de proyecciones de población del INE, para mostrar un empeoramiento de inequidades preexistentes en mortalidad en los municipios que conforman la Región Metropolitana de Santiago durante la pandemia de COVID-19.
Para medir esto, se analizaron 36 comunas del Gran Santiago y se utilizaron como indicadores, la mortalidad por edad entre el 2016-2020; las proyecciones por edad en el mismo periodo y; con datos del Censo, se observó la escolaridad promedio en adultos de más de 25 años y la proporción de hogares en situación de hacinamiento, es decir, más de 2,5 personas por dormitorio.
A diferencia de la postura escéptica respecto a la relación entre pobreza y mortalidad -planteada incluso por autoridades de gobierno- el documento arrojó que sí aumentaron las brechas ya existentes de mortalidad en Santiago durante la pandemia. Para la Dra. Tania Alfaro, académica de la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Chile, en nuestro país existe un daño estructural y “por eso estas desigualdad se han agudizado durante la pandemia. Esta situación es general en términos de las tasas de mortalidad por todas las causas de muerte, por eso es importante destacar que no es solamente por efecto de COVID, ya que también tenemos inequidades en otras enfermedades por ejemplo cáncer”.
La académica agregó que los datos, además, “permitieron ver cómo han variado las tasas de mortalidad de acuerdo al promedio de educación de una comuna, o a la cantidad de hogares con hacinamiento. Eso nos permite ver que a mayor hacinamiento y a menor nivel de años de escolaridad, mayores son las tasas de mortalidad y esas brechas han ido aumentado en el 2020, es decir nosotros tenemos un escenario basal que era malo, y ahora ha empeorado”.
En concreto, el estudio revela que por cada 5% más de hacinamiento, aumenta un 22% y un 32% más de mortalidad en los períodos previo a la pandemia y la actualidad. En tanto, en lo que respecta a escolaridad, señala que existe una mortalidad 9,0% menor por aumento de un año en los años de escolaridad promedio en el período prepandémico, en comparación con una mortalidad un 13,8% menor en el período 2020.
Resolver inequidades desde la promoción de la salud
Otro de los aspectos abordados por el estudio tiene que ver con las inequidades dadas por el nivel socioeconómico, el acceso a la salud y la filiación a Fonasa o Isapre. Ante esto, el estudio indica que se deben mejorar las condiciones sanitarias para evitar que aumenten estas brechas.
Por otro lado, acota el documento, se hacen necesarias medidas para mejorar las condiciones laboralesmás precarias y las ayudas para quienes han perdido el trabajo y así se evite la movilidad.
Ante esto, la experta enfatiza en que el sistema de salud debería amortiguar las diferencias que no tienen que ver necesariamente con salud, “como es el nivel educacional, la pobreza o las malas condiciones de empleo y de vivienda. Cuando esto no se ha sido resuelto y genera inequidades de salud, lo que uno esperaría es que el sistema sea capaz de amortiguar esas inequidades».
«Si ya sabemos que las personas con menos años de escolaridad tienen más factores de riesgo de enfermedades no transmisibles, lo que el sistema debiera hacer es dar la opción para que esas personas tengan una mejor atención de sus patologías en la atención primaria, que sean tratados oportunamente y al ser derivados al hospital, reciban una mejor atención que les ayude a compensar esa deficiencia”, acotó la especialista de la Escuela de Salud Pública de la U. de Chile.
Para ello, advirtió la especialista, tiene un rol clave la atención primaria de salud, la cual debe «justamente de ser la mejor puerta de entrada para que la población que asiste a ella, que es la menos favorecida, pueda tener mejores condiciones de salud gracias a la acción del sistema, y no solamente tener que esperar que se resuelvan estos determinantes estructurales que puede ser más difícil abordar desde salud”, concluye la Dra. Alfaro.
La investigación fue realizada por Tania Alfaro, académica de la Escuela de Salud Pública de la U. de Chile; Usama Bilal, epidemiólogo y profesor en la Drexel University; y Alejandra Vives profesora del Departamento de Salud Pública de la Facultad de Medicina de la U. Católica.
Arturo Baeza – Verónica Zúñiga