A poco más de dos semanas de las históricas elecciones del 15 y 16 de mayo, donde los chilenos y chilenas eligieron a las y los 155 integrantes de la Convención Constitucional, el profesor de la Facultad de Ciencias Sociales de la U. de Chile, Manuel Canales, analiza la nueva etapa del proceso constituyente que comienza con la conformación de este organismo. Sobre este momento histórico, el académico plantea que la redacción de la nueva Carta Magna debe reflejar que nuestro país vive en sociedad. «Es la posibilidad de llegar a ser por primera vez una sociedad integrada, no sobre la negación de las clases populares», sostiene.

Un proceso histórico, sin duda, es el que vive Chile con el proceso constituyente en marcha, un momento que además representa un gran desafío para quienes tendrán la misión de escribir la nueva Constitución Política, texto que dejará atrás la construida en dictadura. Nueve meses tendrá la Convención Constitucional para presentar una propuesta de Carta Magna. Dicho plazo puede ser ampliado por tres meses más, pero solo una vez. En medio de ese escenario, es que el sociólogo y académico de la Facultad de Ciencias Sociales de la U. de Chile, Manuel Canales, analiza los pasos a seguir, el estado actual del país y cómo él proyecta el trabajo que deberán realizar quienes integran tan importante espacio.

Sobre el rol de la Asamblea –como él prefiere llamarla– y la diversidad en su composición, Canales señala que “la nueva foto es con esa multiplicidad, con esa pluralidad de lo popular, porque es una representación plural y popular de Chile. Lo plural y lo popular habían sido sacados, extraídos de la foto. Era la imagen que teníamos de la sociedad. Por eso, eran representaciones violentas porque negaban, a eso me refería con lo de la otredad”, sostiene.

El académico agrega que “esa es la potencia de esa asamblea, y ahí la tarea también: ¿Puede Chile mismo, con su diversidad sociocultural, étnica, con sus colores mestizos, con su mestizaje de mezclas y su talante popular, encontrar la conversación constituyente? Ese es el reto en que estamos». Pero, asegura Canales, que esta «es la gran oportunidad de ser sociedad como nunca antes la hemos tenido«.

Asimismo, menciona que «probablemente, ahora la conversación va a tener que dar cuenta también de esa partición social que ahora está representada como nunca antes, por eso para mí es un notable acontecimiento histórico el que estamos viviendo. Estamos viviendo el inicio de una historia como no sabíamos o sabemos que pueda ser».

– Post plebiscito el año pasado usted señaló: «No sería aceptable una asamblea donde el estamento oligárquico vuelva a monopolizar la voluntad popular”. Hoy ¿qué tan atingente se vuelve este planteamiento?

Tenía que ver con la aparición de un votante nuevo, con un componente juvenil o de nuevas generaciones populares. Parecía un dato fundamental para sumar representación al proceso, y un asunto fundamental para poder ir llenando el vacío político en el que quedamos, cuando octubre lo deja de manifiesto, hasta ahora. La pregunta que venía era si acaso iban a ser también nuevos los o las elegidas. Parecía una contradicción sustantiva que el mismo conjunto que había sido objetado por el movimiento de octubre, por razones institucionales, estuviere encargado del procesamiento y la salida de la crisis que los tenía a ellos y a ellas mismas en el centro del problema. En ese sentido, quería insistir en que con ese nuevo elector se iniciaba un segundo paso que debía confirmarse también en la nueva composición de los elegidos.

En ese sentido, creo, marcaba un punto de cuidado respecto a lo que no había sido “aceptable” en términos de que octubre, su energía social, terminaría por no verse representada. A la luz de los acontecimientos, se puede entender que esa proposición apuntaba a algo esencial que -curiosamente- debo decir hasta contra mi propia estimación inicial –y creo que la de todas y todos- no se impidió finalmente, y logró hacerse presente como nunca antes. Tuvimos nuevos votantes, tenemos una nueva estructura de representantes. Creo que si no hubiera sido así, nuestro proceso tendría hoy una pregunta de legitimidad y de coherencia con octubre total y no la tiene en ese sentido.

Hablemos sobre la composición de la Convención, por ejemplo, su diversidad de fuerzas políticas y sociales, ¿cuál cree usted es el desafío principal que tienen?

Estimo que la constitución de esta asamblea -así la llamaré, porque siempre las reuniones así de importantes se han llamado asambleas- permite el desarrollo de un entendimiento de la sociedad chilena que hasta ahora esta se había privado, se había negado. Por primera vez tenemos de representación una idea que se parece a aquello que es representado. Eso significa que hasta antes de esta asamblea no ha existido nunca una reunión en la que podamos decir hemos ahí representados como conjunto en ese subconjunto. Hasta ahora, siempre el subconjunto representante ha sido de un estamento, por ejemplo, oligárquico, popular o equivalente, pero la idea de una sociedad que logré saltar por esa partición no la teníamos. Pienso que esa “foto” ojalá haga historia cuando se nos meta en el recuerdo, en vez de muchas fotografías en las que nos imaginamos nuestro origen, donde solo hay hombres, solo hay blancos y pudientes. La nueva foto es con esa multiplicidad, con esa pluralidad de lo popular porque es una representación plural y popular de Chile. Lo plural y lo popular han sido sacados, extraídos de la foto. Era la imagen que teníamos de la sociedad. Por eso, eran representaciones violentas porque negaban, a eso me refería con lo de la otredad. Creo también que esa es la potencia de esa asamblea y ahí la tarea también: ¿Puede Chile mismo, con su diversidad sociocultural, étnica, con sus colores mestizos, con su mestizaje de mezclas y su talante popular, encontrar la conversación constituyente? Ese es el reto en que estamos. Pero, es la gran oportunidad de ser sociedad como nunca antes la hemos tenido.

Nunca antes se había abordado…

Si usted se imaginará esta conversación en los tiempos de la Independencia o en el año 1925… Nada de esto ocurrió, ni siquiera en los años sesenta, donde por lo menos esto era un proyecto. Ahora aparece y desde el pueblo, aparece como otredad porque era lo negado. Nos sorprende o les sorprende a algunos, hasta les atemoriza que es la sociedad la que lo dirige. La tarea es lograr conversar con la racionalidad pública del caso y a sabiendas de la estructura social que está debajo, como nunca antes. Pues antes se hablaba desde solo una posición en la estructura social y se discutía de asuntos del orden político, como que existiera solo ese y era correcto porque todos venían del mismo lado de estructura social. Probablemente, ahora la conversación va a tener que dar cuenta también de esa partición social, que ahora está representada como nunca antes. Por eso para mí es un notable acontecimiento histórico el que estamos viviendo. Estamos viviendo el inicio de una historia como no sabíamos o sabemos que pueda ser.

El documento final que saldrá de esta asamblea, ¿cómo construirlo? ¿qué ejes o enfoques debe contemplar?

Hay muchas perspectivas por las que se puede abordar. Parece de cierto consenso, nuevo por cierto y bien inesperado, la idea de la incorporación de los derechos sociales y reconocimiento constitucional. A su vez, la idea de un Estado solidario, protector, ni más discutir la plurinacionalidad, la pluriculturalidad, nos parecen ya conquistas humanas avanzadas, pero creo que con ello no alcanza para la tarea. Tampoco creo que se trate de transformar la Constitución en un listado de reivindicaciones reconocidas constitucionalmente como derecho. Pues, puede que muchos de ellos sí lo sean, porque hay potencia de que tengan ese reconocimiento constitucional, pero no creo que esté ahí finalmente lo que latía y late desde octubre.

La pregunta es ¿y puede una Constitución ir más allá que asegurar ciertos derechos (que por cierto hoy día no están)? ¿Puede una Constitución quedarse solo en eso y no someterse a la pregunta, por ejemplo, y eso cómo se financia? El financiamiento no puede ser materia constitucional, eso es lógico. Entonces, ¿puede la Constitución asegurar una serie de derechos, ciertos estándares de calidad, sin entrar a las restricciones socioestructurales, socioeconómicas de nuestra propia sociedad?. Creo que hay que verlo de dos maneras. Incorporar en el texto constitucional un equivalente opuesto, si se quiere, o en discusión con lo que hace la Constitución del 80 en su primera página. La primera página del texto no son leyes, sino que son principios de orientación: el individuo nace libre e igual, la familia es el núcleo principal de la sociedad, los órganos intermedios colegios, fabricas, deben tener un rol importante y el Estado debe estar restringido lo más posible. Los cuatro dicen lo mismo, no hay sociedad. Solo individuos, su grupo familiar, su grupo más pequeño, nunca lo colectivo. Nunca lo social. La sociedad no existe decían y lo hicieron Constitución, y vemos como con esa moción organizaron una historia y en esa historia estamos viviendo ahora y que por creerla se desfondó la política.

La Convención y la nueva Constitución, ¿puede calmar la demanda de mayor equidad? ¿cómo ayuda al Chile actual? 

Va a ayudar el hecho de que el texto constitucional dé la razón de que todos tienen derecho a la dignidad en las relaciones de servicios y derechos sociales, eso creo que va por lo que tiene por último de connotación de reconocimiento, lo que nunca debió ponerse en duda. Es una ayuda, pero no basta. Podría seguir dándose el mismo malestar existencial aun con esos derechos reconocidos, porque nunca van a poder realizarse plenamente.

Si vamos a reconocer el derecho a la educación significa que estamos garantizando que cada joven, cada niña y niño, va a tener la misma calidad de educación. ¿Sabe lo que significa eso en Chile? No solo en recursos, significa también la descomposición total de la estructura social actual. (…) Basta con afirmar los derechos y hacernos un poquito los ciegos a la matriz y a la estructura social en el que esas negaciones cumplen una función fundamental. Si no es por mezquindad, es por la reproducción de una estructura en que la educación es desigual, porque todo es desigual, porque los puestos de trabajo son muy desiguales, entonces la educación tiene que ser desigual, o unos tienen y los otros no, o bien o ya todos tienen, pero unos buena y otros mala.

Y, ¿las otras?

La segunda posibilidad era la afirmación de un ánimo de conjunto. Basta que exista una, la que puedan lograr como están ahora parados sobre la sociedad real, la que logren desde su diversidad en igualdad de habla y con toda la mezcla. Como nunca ha habido en Chile una conversación, si logran encontrar un consenso, un acuerdo de voluntad de ser, como sociedad, así como Piñera y la Dictadura impusieron, acá habrá que proponer. Eso esperaría de ellos, que le propongan a octubre una interpretación de su demanda. Si entendemos lo que dijo octubre, nunca más una sociedad que hace eso. Sino que una sociedad que sabe que eso ocurre, y que cuando eso ocurre explota, entonces es una sociedad que no se olvida y consigna al inicio, como recuerdo de donde parte. De esto se trata el asunto, de evitar octubre y eso significa entender esa demanda.

Y, la tercera, ya es fuera de la Constitución. A partir de la asamblea, probablemente empiece la tarea más ardua de todas, el desarrollo de una alternativa, de un modelo de desarrollo alternativo, que permita realizar una sociedad donde podamos coexistir con caminos para todos porque si no esto no va a volver a la normalidad. Tampoco se trata que vayan a cambiar las cosas de un día para otro, pero que exista un actor, o que el sistema político nuevo logré instalar la discusión por modelos, en la que pueda ir fraguándose un modelo de desarrollo a la medida o a la forma de la demanda de octubre. Creo que es el paso estratégico.

Usted en una reciente entrevista dijo: “esta asamblea es la metáfora de lo que podría ser esta sociedad”, ¿por qué?

Porque es la reunión de los y las diversas que componen la sociedad chilena en un espacio conversacional, como iguales. Esa mesa de iguales y diversos es lo que Chile nunca ha sido. Chile siempre ha sido la idea de que somos todos lo mismo, y curiosamente nos parecemos mucho a la propia imagen de la clase dirigente como versiones degradadas, poquito menos blancos, poquito menos todo, de un modelo que no es el tuyo o por lo menos que pretende no ser y al que te pretendes parecer. Entonces, en ese sentido esta conversación de libres e iguales diversos e iguales, plurales, populares y diversos en condiciones de igualdad de habla, es la idea metafóricamente dicho, porque imagina a la sociedad chilena como una gran conversación, no como la gran mesa «Te Club» que ha sido si tú quieres la imagen de Chile. Una cabecera, otra cabecera, y el pueblo a los lados. Ahora ponlo en redondela, no todos vestidos iguales, sino que todos distintos. Cada uno hablando y trayendo la lengua de su clase, de su etnia, de su grupo, pero en círculo, construyendo, tejiendo esa diversidad. Esa es la posibilidad de llegar a ser por primera vez una sociedad integrada, no sobre la negación de las clases populares, hasta ahora y que se les aparece como sorpresa, tras sorpresa, como otredad cuando es Chile mismo.

Maritza Tapia, periodista Prensa U. de Chile. Fotos: Alejandra Fuenzalida.